Relatos de parto con nuestro equipo

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El parto de mi segundo hijo, Daniel, ha sido de esos de los que hubiera firmado antes por asegurarme que fuera así de bueno. Tan sencillo que quiero contárselo a todo el mundo para que también se sepa sobre partos fáciles, para deconstruir el miedo que rodea a este momento tan especial y así contribuir mi granito para que las futuras mamás vayan algo más tranquilas. Todo ocurrió en unas 3 horas, desde la primera contracción hasta que tenía a mi bebé en mis brazos.

Empecé a sentir contracciones hacia las 4 de la mañana en la semana 40+2. Pensé que eran ya de parto. Con mi primer hijo se me aceleraron mucho una vez que me levanté de la cama así que esta vez desperté a mi marido y le propuse que se fuera duchando él y que cuando acabase evaluáramos si llamar a mi madre para que viniera a quedarse con mi hijo mayor. Aunque no eran muy fuertes, tenía contracciones bastante regulares cada 5 minutos así que le pedí a mi marido que avisara a mi madre y que llamara a la matrona. Me levanté a ducharme y a las 5:30am ya estaba mi madre en casa. Al ratito nos fuimos al hospital. Cuando llegamos no había sitio para aparcar y mi marido me ofreció dejarme en la puerta para buscar el aparcamiento. Me vi con fuerzas para caminar así que le dije que iba con él. Aparcamos en la calle de detrás del hospital. Una vez bajé del coche se me empezaron a acelerar las contracciones. Hasta que llegué a un punto donde cada dos pasos me venía una, y ya muy intensas. A esta marcha puede que tardáramos media hora en dar la vuelta a la manzana y llegar al hospital. Yo iba tranquila y a mi ritmo. Por suerte no había casi gente en la calle a esa hora. Mi marido iba pensando que igual no llegábamos al hospital pero no dijo nada, solo me ofreció ir a por el coche para llevarme en coche en vez de andando. Preferí seguir caminando. Probablemente fue buena opción porque fue mi forma de dilatar.


Cuando llegamos Elena nos estaba esperando con una sonrisa acogedora y la tranquilidad y amabilidad que la caracterizan. Nos pasó directamente a la sala de parto natural. Lo que fue una gran diferencia a cómo fue mi primer parto en el que tuve que hacer la admisión por urgencias y me tocó esperar sola. Me preguntó si quería meterme en la piscina y se puso a llenarla mientras yo me ponía un camisón. Me preguntó si podía tumbarme en la cama para palparme a ver como iba. Ya estaba completamente dilatada. Seguía con contracciones muy seguidas. Me bajé de la cama y ya no me pude mover de ahí. Me quedé de pie reclinada sobre la cama. Elena salió un momento a organizar mi registro en el hospital y en ese momento rompí aguas como en las películas, salpicando el suelo. Noté como el bebé bajaba. Ya venía, no había tiempo para mucho más. Mi marido salió a buscar a Elena. Cuando vinieron, Elena puso empapadores y le ofreció a mi marido poner un espejo para ver cómo nacía nuestro hijo. En un momento me empezaron a fallar las piernas y me puse de rodillas. Mi cuerpo funcionaba solo, empujaba, gritaba. Tras la coronación Elena me dijo que no empujara para no desgarrarme y respiré profundo para controlar ese momento. Mi bebé nació en dos pujos. Fue una experiencia intensa pero no tan dolorosa como imaginaba. No tuve desgarros. Mi bebé pesó 3,920 Gr.

Habían pasado solo 20 minutos desde que entramos al hospital y aún se escuchaba el sonido del agua llenando la bañera que nunca usé. Tuvimos que hacer el registro de llegada después. Estoy muy agradecida por el trato fantástico y muy humano tanto el día del parto, cuando se antepuso mi comodidad a procesos administrativos, como también durante los monitores. Ha sido mi segunda vez con el equipo de En Tú Parto y me sentía tranquila, respetada y en buenas manos. ¡Volvería a repetir sin dudarlo! Mil gracias!

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