Relatos de parto con nuestro equipo

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Durante las últimas semanas del embarazo venía sintiendo contracciones esporádicas pero el parto no se desencadenaba. Esperamos a la semana 41 y como Annie ya no venía creciendo acordamos que me iban a inducir para comenzar el parto. Si bien deseaba la mínima intervención y medicalizacion, esta sí era necesaria.

Así fue que el viernes a última hora fuimos para el Nuevo Belén para inducir el parto y acercarnos a la llegada de Annie.

Cenamos y nos fuimos a dormir un rato. Alrededor de las 3 am las contracciones eran muy seguidas. Las enfermeras controlaron que estaba todo bien y que habíamos progresado en la dilatación y el cuello había empezado a ablandarse.

A las 10 am llegó Elena y nos llevó a la sala de parto.

Cuando llegamos me senté en la pelota mientras recibía oxitocina.

Cuando las contracciones fueron un poco más intensas me focalicé en respirar y acompañarlas. La respiración fue clave cuando venían las contracciones. También fui probando diferentes posiciones que me aliviaban temporalmente hasta que pasamos a la pileta para que ayude a seguir con la dilatación y progreso del parto.

Ahí estuve un buen rato, me sentía muy a gusto. Allí hice casi toda la dilatación y sobre el final usé el óxido nitroso que ayudó en el último tramo durante la transición que sentía que ya me agotaba y se acumulaba el cansancio. Mención aparte a mi marido que siempre estuvo al lado mío acompañando en todo momento y atento a lo que necesitaba dando animo y fuerza para seguir.

Al tiempo de estar en la bañera sentí ganas de pujar, el cuerpo me lo pedía. Pujaba y pujaba pero no había novedades, Annie no bajaba. Elena sugirió hacer tacto y se dio cuenta que Annie estaba dada vuelta, que no iba a bajar en esa posición. Así que sugirió salir de la pileta y probar diferentes posiciones fuera pero estaba cansada y no me aliviaban. A pesar de los esfuerzos Annie no bajaba así que el siguiente paso era rotarla desde adentro. Para poder rotarla Elena llamó refuerzos: María, la gine. Las dos intentaron rotar a Annie por bastante tiempo sin éxito. Yo ya me empezaba a cansar de pujar, perdía fuerzas y se me acalambraban las piernas.

Finalmente, luego de algunos pujos más lograron girar a Annie que salió rápidamente a las 20.48 del 12 de agosto. La pusieron inmediatamente en mi pecho y escuchó primero las voces de mamá y papá. Annie había llegado y a nosotros nos explotaba el corazón de felicidad y emoción.

Estamos eternamente agradecidos a Elena y María por todo el acompañamiento durante el embarazo y el parto. Fue un día intenso y animal donde siempre se respetaron mis deseos y voluntad sin dejar lado el cuidado médico y el trato humano. Era todo lo que deseaábamos para la llegada de Annie

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