Relato de parto. Marta

Dicen que los segundos son más rápidos y a veces también suelen ser sanadores, y en mi caso se dieron ambas situaciones.

 Después de un primer parto que duró más de 40 horas y que terminó con ventosa por diferentes circunstancias, además de que el bebé venía en posterior; en este caso, desde que me desperté con una contracción hasta que tuve a mi bebé en brazos pasaron solo 4 horas.

 Me siento afortunada de haberme informado mucho cuando me quedé embarazada por primera vez, ya que en todo momento yo sabía que dar a luz de la forma en la que se suele dar habitualmente no era para mí. Me generaba mucho rechazo sentirme “paciente enferma”, tener que acatar protocolos obsoletos, falta de intimidad, no saber quién atendería mi parto… Así que después de mucha investigación decidí que daría a luz con En Tu Parto en la Unidad de Parto Natural y fue la mejor decisión posible.

 En este segundo parto, como decía, me desperté de una contracción a las 2 de la mañana y cuando me percaté de que se trataban de contracciones de parto, me levanté, me fui a dar una ducha y llamé a Marina, la matrona.

Estuve una hora y pico más en casa con la pelota de pilates midiendo la frecuencia de las contracciones y cuando ya vi que se ponía intenso, decidí ir al hospital.

Llegué y la habitación ya estaba preparada, con esa luz tenue y el ambiente relajado que tanta paz y seguridad me daban. Llegué de 6cm y todavía soportaba perfectamente las contracciones, así que estuve un ratito en la pelota moviéndome hasta que empezaron a ser cada vez más intensas.

No me dio tiempo ni de plantearme usar la bañera, porque, aunque no era mi plan de parto soñado, en el parto anterior sí que la había usado y me vino muy bien para la fase final de la dilatación. Pero en este caso avanzaba todo tan rápido que cuando me quise dar cuenta, las contracciones eran ya muy intensas.  En mi cabeza estaba segura de que todavía faltaban muchas horas hasta dar a luz (basándome en mi experiencia anterior) así que recuerdo pensar: voy a pedir la epidural porque no voy a aguantar.

Las contracciones seguían siendo cada vez más y más intensas y ya hubo un momento que llamé a Marina y le dije: ¡por favor, quiero la epiduraaaaal! En ese momento ya estaba de 10cm y noté cómo la cabeza del bebé chocaba con mi pelvis y sentí que quedaba menos. Menos mal que Marina y mi marido, que sabían que yo quería intentar un parto sin epidural me estuvieron animando en todo momento y dándome el apoyo que necesitaba para sobrellevar el dolor y el cansancio y prescindir de la epidural.

Recuerdo sentir de repente ganas de pujar y en mi caso, hacerlo en la silla de partos fue lo más cómodo.

En ese momento ya había llegado también Natalia, la gine, y en unos cuantos pujos, salió mi bebé, que, para hacer el parto más especial todavía, venía con la bolsa íntegra, y como mi primer bebé, también en posterior.

 Fue tan mágico, tan respetado, tan poderoso, tan íntimo… que no puedo sentirme más afortunada por haber tenido el parto que siempre había deseado.

 Gracias a Marina por entender lo que necesitaba en cada momento y formar parte de la historia de nuestro bebé para siempre.

 Y por supuesto al resto del equipo de entuparto y Natura Materna por luchar por el parto natural y la atención personalizada.

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