….A la mañana siguiente después de desayunar me senté en la bola de pilates a jugar con Nere y hacer algún movimiento para encajar al bebé cuando me di cuenta de que estaba mojada. Fui al baño y vi que tenía la braguitas muy mojadas y que había traspasado el pantalón de pijama. Escribí un whats a las matronas y me respondieron súper rápido, “vente al hospi y lo vemos”
Hicimos maletas corriendo con unos nervios… y yo pensando “todo este lío y verás que es flujo, no tendría que haber dicho nada” Nere se portó genial jugando solita y dejándonos hacer. Fuimos al hospital y nos recibió Elena, me hizo un test “tipo COVID” pero por abajo y ¡tachán! bolsa rota , el parto iba a suceder en un plazo de dos días!! Me preguntó si me parecía bien que intentara romper la bolsa para así facilitar el comienzo del parto a lo que yo asentí. Sin embargo, no fue posible y no tenía sentido forzarlo así que nos dijo “Iros a casa haced vida normal y si no te has puesto de “parto” esta noche tenéis que ingresar. En cualquier caso Vamos hablando”
[ Paréntesis: 1) el hecho de poder escribirles/llamarles en el momento que vi mojado mi pantalón me dio muchísima tranquilidad . Realmente creo que, teniendo en cuenta el miedo/odio que me dan los hospitales, no habría acudido a urgencias de un hospital público hasta que no tuviera clarísimo que ese líquido era amniótico… 2) La delicadeza y respeto con que Elena la matrona me atendió, exploró, propuso opciones y explicó el procedimiento a seguir me llamaron la atención. Tenía plena disposición a escucharme y hacerme sentir bien y tranquila. 3) La noche anterior vi unas stories de “en tu parto” en las que grababan una de las habitaciones (la morada en concreto) llena de velas, con una luz cálida y acogedora, con difusor de aceites esenciales y la bañera llenándose y pensé “ojalá ponerme de parto y aparecer ahí “ ]
Salimos tan contentos de saber que en pocas horas seríamos cuatro. Y para despedirnos de nuestra familia de “tres” y coger fuerzas para lo que se venía nos fuimos a comer a un italiano (el mismo en el que un año y medio antes habíamos comido, en la víspera de la inducción de Nere) y seguidamente a casa “a descansar” y dejarlo todo preparado antes de irnos (cuna de colecho, compresas postparto en el congelador, maletas hospital, mochila cole Nere, cena para antes de ingresar, etc.). Pusimos música, bailé un poco intentando segregar oxitocina pero solo tuve unas pocas contracciones y no eran regulares.
Vinieron los abuelos paternos a casa para quedarse los días que estuviéramos en el hospital con Nere. Le acostamos, cenamos un crema de guisantes, salmón y unas chips de boniato (hace tiempo leí que tomar boniato podía disminuir el dolor del parto) y como no, la infusión ya diaria de hojas de frambuesa.
Al llegar a la unidad de parto natural estaba Elena, atendiendo un parto. El clima era de tranquilidad y paz, como siempre en ese espacio. Ninguna sensación de estar en un hospital, sin colas ni tiempos de espera, ni ruidos ni ajetreo. Me subieron a planta (tenía que dormir ahí al no estar aún propiamente de parto) y ahí me fue poniendo los monitores, la vía y el antibiótico (por la bolsa rota y el riesgo de infección que ello supone) otra matrona de planta. – Me sentía tan bien cuando mencionaban “ella es de la unidad de parto natural” o “ahora cuando venga Elena ya te cuenta ella” o “eso lo verán tus matronas/gine”…súper protegida y arropada por un equipo humano y atendida de manera personalizada y no guiada por un protocolo genérico y automatizado. – Al cabo de unos minutos subió Elena y me puso el propess, me dijo que volvería por la mañana y ya bajaríamos a paritorio donde me pondrían algo de oxitocina para acelerar el proceso si hiciese falta. A los 15/20minutos fui a hacer pis y ups propess fuera…! Le escribí a Elena y volvió a la habitación: “cambio de planes, pasa la noche tranquila intentando descansar entre contracciones y mañana ya vemos..” No tenía sentido intentar poner propess otra vez ya que al estar la bolsa fisurada seguía saliendo agua y acabaría arrastrándolo de nuevo. Así que me quitaron monitores y a “dormir”. Pasé la noche regularcilla, con contracciones cada 3/5 minutos y bastante molestas así que poco pude dormir.. estuve escuchando la lista de spotify con las listas de canciones que me había preparado y usando los TENS (que ya no me los quitaría hasta el final), con el pijama de Nere (que olía a ella) de almohada.
A la mañana siguiente, 16 de diciembre, sobre las 9:30h me bajaron a paritorio. Yo estaba cansada pero animada, me di una ducha rápida, Elena me cambió la vía de sitio para que estuviese más cómoda y me exploró. Estaba de 1-2cm, me pusieron el antibiótico, monitores inalámbricos y un poquito de oxitocina. Del dolor tenía náuseas y Elena me puso hierbabuena en el difusor que, según me dijo, era buena para disminuir la sensación de náusea y efectivamente se me pasó. La habitación estaba súper acogedora, con luz tenue, velitas y el olor a los aceites esenciales. Nos dejaron solos y pusimos música en unos altavoces que nos habíamos llevado. Yo estuve con la pelota haciendo movimientos para encajar al bebé, en algún momento también usé la liana. Después sentí que quería ponerme los cascos y escuchar la música en intimidad así que me puse la lista que había hecho de hipnoparto, una meditación de yoga nidra y un audio de relajación que me había preparado mi hermana. En bucle. Recuerdo que por momentos sentía frío y rápidamente Elena venía y ponía la calefacción y de pronto calor y pedía que bajaran la temperatura…yo estaba con los ojos cerrados, mi marido me daba masajes o ejercía presión en las caderas durante las contracciones. Sobre las 12 vino Elena con la ginecóloga (creo recordar que se llamaba Ana María, muy simpática) y me exploraron.. solo estaba de 3/4 cm. En ese momento me vine abajo, las contracciones estaban siendo ya muuuy intensas, de hecho, me mareaba cada vez que tenía una, a pesar de estar concentrada al 100% en las respiraciones. Me puse a llorar, sentía que me faltaban las fuerzas para aguantar y creía que me quedaban aún muchas horas de dolor. Me dieron muchos ánimos. Elena me dijo que una vez de encajara el bebé, al ser secundípara, “se me caería “. También me comentó que me vendría bien activarme con música alegre y moverme algo más, eso sí, cerquita del suelo, con posturas como en la que me había encontrado. Pusimos a Camilo para animarme un poco.. iba moviendo las caderas algo más y ahí ya la contracciones eran tan fuertes que empecé a sentir que no podía más .. de hecho, una hora después de la exploración ya les dije “si esto va a durar mucho yo no voy a aguantar… “ y entonces Elena me propuso meterme en la bañera. “Ay si claro !” yo encantada! Pensaba que solo podía meterme una vez estuviera dilatada completamente… Se fue llenando la bañera mientras yo seguía con las contracciones intensísimas y exhalaba “cantando…” (“uohgghhh”) noté que algo estaba cambiando aunque quizás en ese momento no fui tan consciente. Incluso hubo un momento en el que pareciera que se había parado el parto porque pasaron más minutos de los normal sin tener una contracción. Cuando se hubo llenado la bañera me metí y sentí un alivio inmenso al sumergirme “qué gusto” grité. Me tumbé hacia arriba, flotando, tal y como me indicó Elena. De pronto, las contracciones eran diferentes, se me iban hacia atrás dándome la sensación de querer empujar. Se lo dije a David y fue corriendo a avisar a la matrona que vino inmediatamente y me exploró bajo el agua. Ya estaba de 7-8 cm! No lo podía creer, ya estaba en la recta final, en menos de dos horas había dilatado 6cm!. Había cambiado por completo la dinámica, empecé a hacer ruidos como “auuuu” y gritos guturales muy fuertes, de forma involuntaria. Sentía como convulsiones en la parte baja del estómago y simplemente escuchaba a mi cuerpo y me dejaba llevar. Era como si yo no controlara nada y el dolor de las contracciones ya tuviese una dirección, mi cuerpo ya podía responder a ellas de una forma determinada, empujando. Los siguientes 20 minutos los pasé agarrada a mi marido, que no sé cómo no se cayó conmigo al agua. Me colgaba de él como un mono en cada contracción. En una de estas se me soltó la vía de la oxitocina, de hecho de repente tenía la mano dentro del agua…
A los pocos minutos Elena llamó al ginecólogo para que viniera, incluso me empezó a felicitar por el gran trabajo de parto que había hecho. Yo seguía con los ojos cerrados y Elena me dijo que me tocara, que eso me ayudaría a guiarme en las siguientes contracciones. Pude sentir la cabeza de mi bebé, a la siguiente contracción “vas a sentir escozor, es normal” (se me había olvidado por completo el aro de fuego!) y así fue. La verdad es que me pareció que era menos molesto de lo que había imaginado, y sobretodo muy distinto a las molestias de las contracciones. Esto era un dolor superficial y muy breve. En esa contracción salió la cabeza! Pregunté si debía seguir pujando (creía que a lo mejor tenía que forzar el pujo para que saliera del todo) y Elena me indicó que no, que lo hiciera en la siguiente ola. Esperé y en la siguiente salieron los hombros y todo el cuerpo. INCREÍBLE sensación.
Ya tenía a mi hijito en brazos, lleno de vernix, morado, bajo el agua y pegadito a mi. No tenía ningún dolor, ninguna molestia, lo había conseguido. Bestial. Al ginecólogo no le dió tiempo a llegar, Elena nos hizo una foto preciosa (no se la pedimos, nos lo ofreció ella, gracias!!) esperamos a que dejara de latir el cordón y mi marido lo cortó. Bienvenido definitivamente a la vida mi Tomi. Al salir del agua “se me cayó “ lo que yo creí que era la placenta pero no.. eran unos coágulos. Ya en la camilla unos 20 minutos después del nacimiento alumbré la placenta con un pujo facilito y sin ayuda. Ya tenía a Tomi en mi pecho, comiendo, tranquilo. Llegó el ginecólogo y miró si había tenido algún desgarro. ¡Periné íntegro! ¡“Enhorabuena”!
“Qué bien lo has hecho” me decía Elena
“Qué orgulloso estoy” mi marido
Y qué felicidad inmensa la mía!
(L)